martes, 22 de marzo de 2016




"Alguien que haya leído el canto XXIV de la Ilíada – el encuentro nocturno entre Príamo y Aquiles- o el capítulo en que Aliosha Karamazov se arrodilla ante las estrellas, que haya leído el capítulo XX de Montaigne (Que philosopher c´est apprendre l´art de mourir) y el empleo que de éste hace Hamlet y que no se inmute, cuya aprehensión de su propia vida permanezca inalterable, que de alguna manera sutil pero radical no mire de modo distinto el cuarto en que se mueve o al que llama a su puerta, éste ha leído sólo con la ceguera de la mirada física. ¿Pueden leerse Ana Karenina o a Proust sin experimentar una flaqueza o una dimensión nuevas en el centro mismo de nuestra sensibilidad?."

Humanidad y capacidad literaria (Lenguaje y Silencio).George Steiner

lunes, 21 de marzo de 2016





FIN DE POEMA, Juan Tallón 


  Si uno pudiera habitar las 24 horas previas a la muerte de un suicida... entrar en todos y cada uno de los pequeños infiernos que precipitan a un hombre su fin. Si añadimos, además, que se trate del último día en la vida de un poeta, parece que esos minutos se llenen de matices que nos cuenten algo esencial. Las voces de Cesar Pavese, Alejandra Pizarnink, Anne Sexton y Gabriel Ferrater se mezclan en un mosaico de desesperanza, y Juan Tallón recorre a través de sus últimos escritos una posible versión de la antesala del final. 

  Sabemos a través de Tallón de la frase de Artaud que Alejandra Pizarnik tenía presidiendo su escritorio: "había que tener antes que
 nada ganas de vivir". Esas ganas de vivir son las que se van 
consumiendo por diversas razones. En el caso de Ferrater, siempre tuvo el convencimiento de no querer traspasar la cincuentena. "No quiero oler a viejo", decía. Le temía a la decadencia física como al peor de los males.


  En otros casos, como el de Pavese, bien pudo ser la imposibilidad de comunicarse genuinamente, junto con la sensación que se esté esperando de uno que sea brillante a cada momento. Esta 
impotencia por conectar con los demás queda bien reflejada en la anécdota que gustaba de citar 
Pavese sobre la velada que Flavio Einaudi compartió con Wittgenstein en Ginebra, cuando esperaba ser iluminado por el genio ante semejante oportunidad y este se pasó media comida hablando se una loción francesa para la caída de pelo. "La decepción es una amenaza constante porque es imposible comunicarse con los otros."Cesare no puede, no ha podido nunca. Sus poemas y sus escritos son el testimonio de esta extrema soledad:

"En el alma extraviada
canta en voz alta, altísima, la soledad
una canción borracha de vida" 

  Esta sensación de aislamiento Alexandra también supo recogerla magistralmente en sus versos:"Hace tanta soledad / que las palabras se suicidan." Primero se suicidaron las palabras, después los individuos que las pronunciaron. Todos ellos sabían, y además desde hacía tiempo, que al cielo o al infierno se iba solo.

  Estos poetas se sabían condenados, como si lo que le acontece a un hombre no fuera sino lo que había pronosticado su pasado.

  Acabado el libro, permanece la imagen tristísima, grotesca casi, de Ferrater en el sofá de su sala de estar, muerto con una bolsa de basura en la cabeza. Dan ganas de correr a buscar las obras de estos cuatro poetas y embeberse con sus voces y con sus gritos. Ellos se fueron pero su poesía permanece. 

Por Sílvia Ardévol





domingo, 20 de marzo de 2016




                           " Me ensanchas, brote en la rama.
            Sabes hablar de futuro, sin decir nada.

            Y cuando te miro de frente
            dejas el verde quieto
            como si no te hubieras dejado las entrañas
            empujando tras la corteza
            sólo porque las primaveras te necesitaban."


            Por Sílvia Ardevol

martes, 15 de marzo de 2016




Carta de Nicolás Maquiavelo a Francesco Vettori, 10 de diciembre de 1513,


(...)
"Al caer la noche, vuelvo a casa y entro en mi estudio, en cuyo umbral me despojo de aquel traje de la jornada, lleno de lodo y lamparones , para vestirme ropas de corte real y pontificia; y así ataviado honorablemente, entro en las cortes antiguas de los hombres de la antigüedad. Recibido de ellos amorosamente, me nutro de aquel alimento que es privativamente mío, y para el cual nací. En esta compañía, no me avergüenzo de hablar con ellos, interrogándolos sobre los móviles de sus acciones, y ellos, con toda humanidad, me responden. Y por cuatro horas no siento el menor hastío; olvido todos mis cuidados, no temo la pobreza ni me espanta la muerte: a tal punto me siento transportado a ellos todo yo."

martes, 8 de marzo de 2016

                                               


"La salvación de lo bello"

Byung-Chul Han


Con este filósofo coreano afincado en Berlin uno tiene la sensación de estar leyendo siempre el mismo libro, con la particularidad de que cada vez le aporta un matiz de luz sobre la realidad más inmediata. En esta última obra traducida al castellano el tema central es la belleza, pero como no, analizada desde el punto de vista del giro que han supuesto en el concepto de la misma las nuevas tecnologías y sus nuevos patrones de comunicación.

¿Qué tienen en común las esculturas de Jeff Koons, los iPhone y la depilación brasileña? Todos abogan por lo pulido, por lo liso, por lo pulcro, por lo que no DAÑA. Nada mejor para representar la sociedad positiva que esquiva toda resistencia con su política del "Me gusta".  Ahora bien, ¿puede producirse lo bello sin negatividad? ¿Puede algo ser bello sin conmoción, sin vulnerabilidad? Lo satinado y liso es perfecto para convertirse en objeto de consumo, pero no para generar una emoción que altere, como sí sucede ante lo bello y lo sublime. 

Esto mismo se aplica a la comunicación, se ve conviertida en un intercambio de informacioón sin fricciones. 
Las palabras y las imágenes se vacían de expresión y de significado, y el "selfie" se convierte entonces en una clara representación del rostro vacío e inexpresivo, en múltiples versiones del vacío interior del yo.

Interesante la cita de Adorno contraponiendo el estremecimiento al placer. En el placer hay una satisfacción particular del yo, mientras que en el estremecimiento el yo se liquida, el sujeto estremecido es consciente de su propia limitación y finitud.

Al estremecimiento le es propia la vulnerabilidad. Y como la 
sociedad actual positiva quiere eliminar cada vez más la negatividad de la herida, esto se refleja también en las relaciones. El amor se convierte en una energía libidinosa que hay que dispersar en objetos dispersos para evitar una pérdida total. 

La estética del desastre (literalmente de des-astrum, "sin estrellas") es una forma de arrebato que bien encaja con la descripción de lo bello de Rilke en la primera Elegía de Duino: "no es más que ese comienzo de lo terrible que todavía llegamos a soportar." Y es que lo bello debe su fuerza de seducción precisamente a la negatividad de lo débil, de lo frágil, del quebrantamiento. En medio del apogeo de estímulos y excitaciones lo bello desaparece, porque se rompe la distancia contemplativa necesaria para percibirlo y arrobarse. 

Apoyándose en Hegel, Han afirma que  "lo bello es lo único que enseña a demorarse desinteresadamente en algo. "
Y la belleza moral o de carácter (que, originariamente,  significaba el signo marcado a fuego, la quemadura indeleble, lo inalterable) aún resultan más incompatibles con la sociedad de la inmediatez, pues "el consumo y la duración se excluyen mutuamente".  Esta falta de carácter y de sensibilidad hacia lo que serían la firmeza y la constancia necesarias para el mismo, es lo que hace posible un consumo indiscriminado. "Cuanto menos carácter y menos forma se tiene, cuanto más liso y pulido y más escurridizo se es, tantos mas FRIENDS tiene uno. Facebook es un mercado de la falta de carácter."

Este nuevo ideal ya no es el "Hombre sin Atributos" que tan acertadamente retrató Musil como paradigma del fracaso ilustrado, si no más bien el que Han llama "el hombre sin carácter" celebrado por el orden digital. 


La parte más lúdica de la belleza queda expuesta en esta imagen de Kant: "así como la naturaleza parece que en sus flores está haciendo un juego, en sus frutos parece que está haciendo un negocio". Es en su lujo libre de toda economía donde las flores expresan mejor que nada esta belleza sin coerciones ni necesidades. Nada que ver con lo pulido, liso, sin narración ni reminiscencias, sin heridas ni escisiones y de consumo rápido de la sociedad de lo bello digital. 

Urge entonces el imperativo del Fausto de Goethe, "¡INSTANTE, 
DETENTE! ERES TAN BELLO... "  Necesitamos más que nunca el tiempo rezagado que permita el regodeo en lo verdaderamente estético. Desde esta pausa con los ojos abiertos puede ser que se acerque despacio, casi sin quererlo, la belleza como tabla de salvación. 

lunes, 7 de marzo de 2016






"Si se pudieran medir los saltos de la atención, el rendimiento de los músculos de los ojos, los movimientos pendulares del alma y todos los esfuerzos que tiene que hacer un hombre para conseguir abrir brecha a través de la afluencia de una calle, es de presumir que resultaría – él así lo había imaginado al jugar a investigar lo imposible - una dimensión frente a la cual sería ridícula la fuerza que necesita Atlante para sostener el mundo. De ahí se podría deducir qué esfuerzo tan titánico supone el de un individuo moderno que no hace nada."


                 Robert Musil, EL HOMBRE SIN ATRIBUTOS

martes, 1 de marzo de 2016





                   CLASES DE LITERATURA
              
               JULIO CORTÁZAR

               Berkeley, 1980
 
                                                                                                                                            
  ¿Qué pasaría si uno pudiera sentarse ante un profesor soñado durante trece intensas horas, a gozar de aprender? ¿Qué sucedería si, además, este profesor resultara ser su propia definición de cronopio, en versión enseñante, y uno tuviera el honor de escucharlo hacia atrás y hacia adelante, subrayando sus frases y sus explicaciones?

 Esto es lo que ha echo posible la recopilación escrita de las clases que Cortázar impartió en Berkeley durante dos meses y que Carles Álvarez ha puesto en manos del lector de páginas habladas que como dice bien podría llevar por título "el profesor menos pedante del mundo".

  Y es que desde las primeras páginas se percibe esta complicidad con sus alumnos, que se prolonga después de cada clase con una vigorosa sesión de preguntas en las que van apareciendo joyas, como esta magistral definición de la novela como  "ese gran combate que libra el escritor consigo mismo porque hay en ella todo un mundo, todo un universo en que se debaten juegos capitales del destino humano".

  Son destacables sus reflexiones sobre el elemento fantástico y humorístico en el cuento. De una forma nada sistemática, presenta la irrupción de lo fantástico como el factor que vuelve precisamente más real la realidad, y el humor como el elemento desacralizador, que sirve para "echar hacia abajo una cierta importancia que algo puede tener, cierto prestigio, cierto pedestal"

  Cortázar nos abre en estas clases la puerta a adentrarnos en su 
propio proceso creativo, las facetas por la que pasó su escritura haciendo un poco de retrospectiva, cuando se inclinó más hacia la escfitura metafísica, la psicológica para finalmente optar por un tipo de literatura más comprometida. Aunque se distancia también del tono a veces pretencioso de dicho "género" citando de un cómico que dijo que "los escritores comprometidos harían mejor en casarse..."

   No se muerde los labios cuando tiene que hablar de buena y la mala literatura. Su descripción de los best seller no tiene desperdicio: "esos inmensos ladrillos que cierta gente compra en los aeropuertos para empezar las vacaciones y autohipnotizarse durante una semana con un libro que carece en absoluto de calidad literaria pero contiene todos los elementos que ese tipo de lector está esperando y que naturalmente encuentra."

  Dice de sí haber conservado siempre una capacidad lúdica muy grande y este es el tono que se desprende en estas sesiones. Carles Álvarez decía recientemente en una conferencia que hay algo en Cortázar que no siempre pasa con otros escritores, ni siquiera con los muy buenos, y es que cuando uno lee sus cuentos, le entran ganas de conocerlo personalmente. ¿Qué otro autor podía resultar tan entrañable como para que en pleno "corralito" se leyeran pintadas en los muros de Buenos Aires que decían "VOLVÉ, JULIO. ¿QUÉ TE CUESTA?"?

   De su relación con las palabras aparecen en estas clases matices brillantísimos: "si uno se descuida, el lenguaje es una de las jaulas más terribles que nos estan siempre esperando. En alguna 
medida podemos ser prisioneros de nuestros pensamientos por el hecho
 de que esos pensamientos se expresan limitados y contenidos sin ninguna libertad porque hay una sintaxis que los obliga a darse en esa forma y de alguna manera estamos heredando las mismas maneras de decirlo aunque cambiemos las fórmulas. "

  Haría falta la higiene mental de Oliveira su personaje de Rayuela que dice tomar cada palabra en la mano como si fuera un objeto y la mira por todos lados y la cepilla un poco para sacarle el polvo si es necesario y luego la usa si cree que la debe usar...

  En definitiva, Cortázar invita una vez más a salirnos  "de la vida de reloj pulsera y "merci monsieur, bonjour madame..." Para entrar en el pulso de sus entusiasmos y sus digresiones.

Nada más representativo de su estilo para terminar que una brevísima muestra del valor lírico de sus palabras e imágenes: 

TORTUGAS Y CRONOPIOS

    Ahora pasa que las tortugas son grandes admiradoras de la velocidad, como es natural. Las esperanzas lo saben, y no se preocupan. Los famas lo saben, y se burlan. Los cronopios lo saben, y cada vez que encuentran una tortuga, sacan la caja de tizas de colores y sobre la redonda pizarra de la tortuga dibujan una golondrina.


 Su literatura acaba siendo fiel al destino que el mismo promulga en su última clase, que es el de dar belleza, y también a su deber, que es el de mostrar la verdad en esa belleza.


Por Sílvia Ardévol