lunes, 25 de julio de 2016



PARAISO

Biblioteca infinita
trepa por las paredes blancas
avanza agrimensionada,
imparable.

El techo se expande
sobrecojido ante el paraíso de papel,
tiemblan las habitaciones
genuflexas frente las ideas y los versos.

Infinito contenido en biblioteca
en un Edén con subrayados
en el que la vida
es la nota al pie de la página. 

lunes, 20 de junio de 2016



EL TODO, de Marin Sorescu

Todo ha ocurrido muy de prisa:
la tierra improvisaba
ciertas matas de hierba,
improvisaba el árbol ciertas hojas,
un pájaro
- no tuve tiempo de saber su nombre
improvisaba cierto trino
y una mujer improvisaba una canción eterna...

improviso ahora una sonrisa
para la foto de mi vida.





jueves, 16 de junio de 2016




                      VOLTAIRE CONTRATACA
                        André Glucksmann


  El Cándido de Voltaire tiene más vigencia que nunca. Ésta es la tesis -y de algún modo, el testamento - presentada en esta obra por el filósofo André Glucksmann. De un libro que Flaubert dijo haber leído más de veinte veces, de un autor, Voltaire, que después de los atentados de Charlie Ebdo, volvió convertirse en best-seller entre los franceses tres siglos más tarde, pueden extraerse muchas lecciones para nuestros días. De la mano de Glucksman vamos desvelando tema a tema la relevancia que tiene en la actualidad. La crisis financiera de 1720 también introduce al hombre de la Ilustración en la percepción de su propia vulnerabilidad. Y es que ser coetaneo no es lo mismo que ser contemporaneo. Voltaire se nos hace más cercano que muchos con los que compartimos generación. 

  Su personaje Cándido tiene la habilidad de situarse en un punto medio entre la creencia naïf de que éste es "el mejor de los mundos posibles" y el nihilismo que no le encuentra sentido a nada. Repudia del mismo modo a los dogmáticos optimistas y a los pesimistas. En un principio Cándido parece consagrado a la sátira del optimismo (definido como "el deseo de sostener que todo está bien cuando está mal), pero hacia la mitad de la obra Martin y su pesimismo toman el relevo de Pangloss. Optimismo y pesimismo quedan expuestos entonces como las dos caras de la misma moneda: ambas hacen que el ser humano huya de sus responsabilidades y lo condenan a la inacción. Y Gluksmann las denuncia aún ahora como las obsesiones seculares del europeo. Un circulo vicioso en el que se alternan accesos de melancolía y arrebatos de exaltaciones conquistadoras. El siglo XX y la multitud de posturas nihilistas adoptadas por una buena parte de los pensadores es un buen ejemplo de lo poco que han logrado segun Glucksmann estos cantores del sinsentido.

  "Cándido o el júbilo desengañado del primer europeo". Así lo llama el autor. Es cierto que Cándido experimenta el absurdo, lo sufre, lo llora, pero no lo provoca ni se regodea en él. Como contrapartida, el epítome de este ideal punto medio entre estos dos extremos acaba siendo el HUERTO VOLTAIREANO, esa realidad "cultivable" que no es un paraíso que dependa del exterior, de lo ultraterreno, ni tampoco un infierno o un vertedero. En él, como en el huerto de Epicuro, pueden germinar los más diversos modos de vida y de goce. La dificultad está en que el hombre del goce individual no contradiga al hombre del deber general. O, como apuntaba también Diderot, conseguir hacer coincidir el bien ideal con el hedonismo relativista. 

  La dicotomía norte-sur que se vive en Europa (Europa, "ese objeto de deseo mundial" la llama Glucksmann) no tiene tanto que ver con la confrontación de dos estrategias políticas ni de dos opciones espirituales (la seriedad protestante y el goce romano, o como las llama el autor, "la psico-rigidez nórdica de las hormigas luteranas y el hedonismo de la cigarras latinas") sino con dos modelos de sociedad: "Uno (después de la caída del totalitarismo nazi) pretende erradicar la utopía marxista. El otro, mantener ese horizone, aunque se encuentre lejos. Uno (después de la caída del totalitarismo soviético), afronta la competitividad del mundo real. El otro sacrifica para siempre las exigencias de la realidad en beneficio del un "mundo nuevo".

  El reto es, "encontrar en esta Babel moderna no un modo de vivir sino de sobrevivir." Y seguramente apunta Glucksmann es la adversidad la fuerza aglutinadora más fuerte del ser humano. Es la adversidad lo que une a los supervivientes de Cándido. 
Para unir esfuerzos, hay que identificar al enemigo. Y el peor de todos, según Voltaire, "no es el apestoso diablo, ni un sistema todopoderoso, sino la ceguera individual, la tendencia a la servidumbre, la inclinación a renunciar a la libertad para dormir tranquilo."

  Voltaire es capaz de abordar las grandes cuestiones y de sacarlas por la puerta de atrás tanto de la teología como de la Soborna para llenarlas de vida. Ofrece una lección magistral de cómo vivir fuera de la Providencia divina pero también de la científica. Y eso es mucho decir en una época como la Ilustración, donde la razón era mitificada como un dios. Voltaire recuerda que el huerto de Europa además fue filosófico antes de ser cristiano pero también es capaz de detectar tempranamente cuán peligroso puede ser este otro extremo.  No es suficiente dice el autor con la crítica de las revelaciones bíblicas "esas golosinas gratuitas en un siglo de incredulidad creciente". No es suficiente con este "panglossismo a la inversa", que "se contenta con sustituir una armonía celeste por una profana. Por lo tanto, sería demasiado reducir la cólera volteriana a un anticlericalismo militante."

  No se puede negar la existencia del mal. Voltaire dice: "Negar que existe el mal puede ser dicho entre risas por un Lúculo que se encuentra agusto cenando en su salón Apolo con sus amigos y su amante; pero si asoma la cabeza a la ventana verá desgracias." Entre las desgracias que uno contempla hoy en día al asomarse por la ventana de Europa está la crisis generada con la inmigración. Sobre este hecho comenta Glucksmann: 

"Apostamos que Voltaire se habría quedado horrorizado al oír a los bien alimentados, incluso a los glotones, esos seres opulentos -pequeños o grandes-que somos nosotros, clamar ante esta invasión apocalíptica y esa decadencia universal. Las izquierdas europeas, que se definen como humanistas, y las derechas, que se dicen caritativas, refunfuñan a la hora de felicitar a dos tercios del género humano por su ascensión no al "mejor de los mundos" sino a una condición comparable a la nuestra."

  Esta conciencia del hombre, que según Voltaire no nace bueno ni malo sino polivalente, capaz de lo mejor y de lo peor, coloca la responsabilidad en el centro del individuo.

  Después de exprimir toda la obra, Glucksmann concluye con una magnífica síntesis: "Cándido no aspira a convertirse en el creador o en el enterrador de la humanidad. Su divisa: no hacer de dios, no hacer ni deshacer la historia, sino vivirla. "

  Vivirla sin hacer escuelas del optimismo ni del pesimismo, sabiendo cultivar el huerto voltaireano, siempre con la cabeza "asomada a la ventana".

Por Sílvia Ardevol


domingo, 12 de junio de 2016



"La vida es un hospital donde cada enfermo está poseído por el deseo de cambiar de cama. Este quisiera sufrir frente al calefactor, y aquél cree que mejoraría junto a la ventana".

Charles Baudelaire

miércoles, 8 de junio de 2016



PALABRAS

(...)
Igual estoy enamorada de las palabras.
Son palomas que caen del techo.
Son seis naranjas sagradas en mi regazo.
Son los árboles, las piernas del verano,
y el sol, su cara apasionada.

Aunque me fallan seguido.
Hay tantas cosas que quiero decir,
tantas historias, imágenes, proverbios, etc.
Y las palabras no son suficientes,
las equivocadas me besan.
A veces vuelo como un águila
con alas de gorrión.

Pero trato de ser cuidadosa
y delicada con ellas.
Palabras y huevos deben manipularse con cuidado.
Una vez que se rompen, son cosas
imposibles de arreglar.

Anne Sexton


lunes, 6 de junio de 2016



"EL GRAN ASOMBRO. La curiosidad como estímulo en la historia de la filosofia"

                                           Jeanne Hersch

Cuando se lee un volumen de Historia de la Filosofia a menudo no se busca más que volver a tener un fresco general de la evolución del pensamiento desde sus inicios. Creo que es algo que debería hacerse de vez en cuando, porque siempre hay 
aquellos filósofos a los que uno vuelve una y otra vez porque ya le sedujeron en su día y se han instalado cómodamente en lo que 
uno considera sus libros de cabecera,pero seguramente hay otros que en el momento en que los abordamos se quedaron en la breve explicación resumida dentro del manual y no tuvimos ganas de tener una visión más amplia del corpus de su pensamiento. 

Y pasan los años, y somos otros. Y al volver a leer un compendio de filosofia sorprende que ahora quizás hay otros nombres que nos llaman la atención.  El mundo también es otro, y parece que dentro del escaparate haya voces antiguas que se hacen más urgentes que otras. 

Este repaso de 2000 años de historia del pensamiento es exactamente lo que se produce en esta obra exquisita de Jeanne Hersch, filósofa y escritora que además sabe poner un hilo conductor a su visión particular de cada filósofo y de cada escuela  de los que nos habla: el asombro. De esto trata en realidad esta obra deliciosa y entendible, de este primer asombro que produjo el nacimiento de la filosofia, el del hombre maravillandose ante lo que le rodea y haciéndose preguntas. Estremece imaginar a esos filosofos griegos asombrados ante todo y con su pensamiento como único instrumento para abarcar y comprender la realidad, sin un punto de partida con ideas anteriores, asombrados ante todo y sin posibilidad de leer nada de otros autores, solos con sus propias entrañas dispuestas a ser estrujadas para empezar a encontrar explicaciones ante los fenómenos. Solos, en realidad, con su propia extrañeza delante del mundo y una decidida voluntad de interrogarse y comprender. 

Del recorrido surgen joyas en forma de ideas. Herch sabe rescatar- y explicar prístinamente- algunas de relevantes de cada filósofo del que habla. Como en el caso de Karl JAspers (del que además fue asistente) y su explicación magistral de conceptos de transmisión y comunicación. Mientras que en el caso de la transmisión sólo hay un intercambio de información objetiva que permite que los hombres coordinen sus actividades en el mundo en el que se desarrolla su experiencia común, en la comunicación se produce lo que Jaspers llama "el combate amoroso". Como se trata de una comunicación "de existencia a existencia", la libertad de convicciones se convierte en un a condición indispensable para que se produzca este tipo de intercambio genuino,  pero a la vez esta misma libertad actúa como un obstáculo contante. Se entiende entonces la frustración que ocasiona el hablar buena parte de las veces, en ausencia de esta aceptación de la libertad del otro. Y acabamos transmitiendo más que comunicar.  Veáse éste sólo como un pequeño ejemplo de los  las aportaciones útiles y estimulantes que la capacidad de asombro ha logrado en algunos pensadores...

Y es que a lo largo de esta lectura se verifica una y otra vez que esta curiosidad ha sido siempre una de las fuerzas más poderosas para vencer la arrogancia de creerse con todas las respuestas y la suficiencia de una fe desmesurada en el progreso. Tenemos mucho que aprender de esta actitud de saber maravillarnos, abrazar la realidad cotidianamente con sorpresa, y que de esta sorpresa nazca también la voluntad de comprender. De todos los que han sabido asombrarse en el pasado, nos queda el legado de las obras de algunos que supieron como vehicular su pensamiento en palabras que han perdurado hasta nuestros días. Y sobretodo el modelo de una actitud de plantear los problemas aunque no se halle una respuesta satisfactoria del todo, de amar estos problemas incluso, y de hacer del pensar maravillados una forma de estar en el mundo que nos haga llevar existencias más plenas (y, por supuesto, más asombradas). 

Por Sílvia Ardévol

martes, 31 de mayo de 2016



"El ser humano no cambia, pasa por diversos estados y en cada estado habría que ponerle otro nombre, dando así a entender que no nos hallamos ante la persona que conocimos en un estado anterior."

IMRE KERTESZ, Diarios de la Galera

lunes, 23 de mayo de 2016



EL MIEDO A LA LIBERTAD



    Ojeando el diario un día tras otro, me invade la sensación tan bien explicada por Erich Fromm en El miedo a la libertad de que en realidad el ser humano en general huye de tener que decidir. Parecería algo que se pone más de manifiesto cuando surgen régimenes totalitarios, pero lo curioso es que también en las llamadas democracias el individuo huya de la soledad y del aislamiento permitiendo que los imperativos sociales regulen su forma de entretenerse, sus ocupaciones, sus relaciones con los demás. Entristece pensar que después de haber logrado el derecho a expresar nuestros pensamientos seamos incapaces de tener pensamientos propios. Ni siquiera la idea de qué nos hace felices la dejamos brotar de nuestra cosecha y vamos viviendo con un trabajo que no nos llena, con unos amigos con los que whatsappeamos sin hablar. ¿Cómo vamos a poder votar con criterio, a enfrentar enfermedades y pérdidas, a tener opiniones originales? La terrible "autoridad anónima de la opinión publica como instrumento de conformidad" opera sin tregua en nuestras sociedades civilizadas y democráticas. Y nos mantiene ocupados, sin pensar mucho, no fuera que nos descubrieramos solos e infelices, cuando está tan de moda la felicidad.


Publicado En El País, por Sílvia Ardevol

http://elpais.com/elpais/2016/05/27/opinion/1464369879_467621.html

sábado, 21 de mayo de 2016




Aquel minuto fue,
                 sin rival,
                 el mejor minuto de mi historia.

                 Mi soledad atareada
                 dejó de ocuparse de mi
                 para pasar a otras cosas:



                  un pedazo de viento,
                  jadeante, 
                  enarbolado en consigna;
                  un dedo casi diestro
                  que señala el vientre
                  de un pájaro en pleno canto;
                  un ojo emocionado,
                  fuera de mi también,
                  que le cuenta al mundo
                  que todo lo bello era verdad.



 Por Sílvia Ardévol

           
    


viernes, 20 de mayo de 2016



"Dónde estarás, dónde estaremos desde hoy, dos puntos en un universo inexplicable, cerca o lejos, dos puntos que crean una línea, dos puntos que se alejan y se acercan arbitrariamente (...) y sin embargo los dos, Maga, estamos componiendo una figura, vos un punto en alguna parte, yo otro en alguna parte, desplazándonos, y poquito a poco, Maga, vamos componiendo una figura absurda, dibujamos con nuestros movimientos una figura idéntica a la que dibujan las moscas cuando vuelan en una pieza, de aquí para allá, bruscamente dan media vuelta, de allá para aquí,  ¿ahora entendés?, un ángulo recto, una línea que sube, de aquí para allá, del fondo al frente, hacia arriba, hacia abajo, espasmódicamente, frenando en seco y arrancando en el mismo instante en otra dirección, y todo eso va tejiendo un dibujo, una figura, algo inexistente como vos y como yo, como los dos puntos perdidos en París que van de aquí para allá, de allá para aquí, haciendo su dibujo, danzando para nadie, ni siquiera para ellos mismos, una interminable figura sin sentido."


                          Rayuela, J.Cortázar


sábado, 14 de mayo de 2016



                              "He sacado una silla al balcón, y me he sentado a vivir"

                                    Rafael Espejo, Hierba en los tejados

miércoles, 11 de mayo de 2016



En el país llamado “Más o menos”


Yevgeny Yevtushenko

Vivo en el país llamado Más o Menos,
donde,
muy extrañamente,
no hay ningún partido oficial llamado Masomenosista…  
donde ellos
leen a nuestros escritores clásicos… más o menos.
Donde a veces,
hasta los distinguidos ciudadanos
se enamoran (más o menos),
pero a veces,
después de algunos meses
ya no hay  besos,
los unen sólo los pesos.
Entonces  no son ajenos,
más o menos.
"¿Es verdad, señor, que todos beben en su  país Más o Menos?”
"Hay algunas personas que no beben nada…
más  o menos…”
“Difícil de creer, señor,”
"Ni siquiera algo así como…
una gota. Más o menos.”
“¿Qué tipo de gente es aquella, la de su amado pueblo  
del país llamado Más o Menos?”
Son más o menos agradables…
Más o menos honestos…
Unas veces menos, otras veces más…
“¿Está Usted, señor, orgulloso de su gran país,
llamado Más o Menos?”
Hmmm… Más o menos...
Por lo general, somos generosos más o menos...
suficientemente amistosos…  menos o más...
Por supuesto, todos estamos por la paz...
un tanto más, un tanto menos...
Por supuesto, tenemos algunas pequeñitas,
pero más o menos
desagradables guerras. 
En cada esquina,
en cada cocina de cada casa
cuando las esposas y los esposos están algo  
así como peleando discretamente,
tenemos nuestra propia Chechenia doméstica,
y un Irak privado,
ondeando un trapo húmedo de cocina
como una bandera nacional,
cuando  las  sandalias y las planchas
a veces vuelan por encima de las cabezas
como ovnis…
sin embargo, apreciamos nuestros valores de familia...
más o menos…
En nuestras cortes de justicia  tenemos
más o menos incorruptibles jueces,
en nuestros centros de investigación
hay pensadores, más o menos insobornables.
Una  más o menos  bella mujer me susurró:
“Estoy más o menos enamorada de Ud.
Más o menos para siempre…”
Me gustaría pararme frente a Dios,
así como soy,
no algo así como más o menos.
No estar  más o menos feliz
En esta más o menos vida…
En esta más o menos  libertad




     



martes, 10 de mayo de 2016



¿CUANTA VERDAD NECESITA EL HOMBRE?

 Rüdiger Safranski


La conciencia es la que pregunta por la verdad, y por lo tanto la responsable de arrebatarle al ser su prístina levedad. Y como en la adultez sucede inevitablemente la mezcla de nuestra propia química con lo extraño, toparse con lo trascendente es inevitable. En esta obra Safranski explora las diversas maneras en que diferentes autores, filósofos y otros personajes históricos se relacionaron con lo trascendente o con su noción de la verdad. 

Hay los que se encierran en el mundo que ellos mismos han creado. Desde la gran comunión de Rosseau consigo mismo y con el instante,  y el sentimiento exaltado de autoposesión que deriva de esta fusión de lo interior con lo exterior, al pesimismo dionisíaco  de Nietzche en el que celebra la vida con una pasión incesante después de que no quepan huidas al más allá, soltando también el lastre de querer conocerlo todo y siendo consciente del eterno retorno y la circularidad sin sentido del tiempo, sin desfallecer por ello. Son hombres que se sienten que no son de este mundo. 

Kant en cambio pretende aproximarse a la cuestión de la verdad atrapando la paradoja de que sea la razón precisamente la que nos obliga a plantearnos cuestiones metafísicas y que despues nos obliga a admitir el caracter irresoluble de buena parte de ellas. Y como la mente sufre de horror vacui, le horroriza el vacío, tiende a llenar la falta de respuestas con especulaciones disparatadas. 

La parte más espeluznante de esta exposición del hombre tras su verdad se ve ejemplificada en el caso sórdido de Hitler y Goebbels. Querer dar una dimensión metafísica a las frustraciones personales en la mayoría de los casos no tiene mayor repercusión. Pero si este equívoco se produce en el ámbito del poder, la cosa se complica. Cuando señalaron a los judíos como los culpables de su propio fracaso vital y dimensionaron al ario como al "portador de luz", estaban apelando a un pathos cósmico con unos objetivos geopolíticos muy concretos. El tono de trascendencia que se puede leer en fragmentos que cita Safranski de los diarios de Goebbels pone los pelos de punta: "cuanto más me elevo y me acerco a Dios, más cerca estoy de mí mismo (...) ¡Echo fuego! ¡Despido luz! Ya no soy un hombre. Soy Dios."
Hay una tradición metafísica que los totalitarismos, dice Safranski, pervierten con una imagen del mundo - y por tanto de pretendida verdad- que se llena de seguidores debido a la crisis espiritual, social y económica que experimenta en ocasiones el pueblo. A su vez la metafíscia totalitaria otorga la seguridad de una fortaleza, "erigida por miedo al campo abierto de la vida". Erich Fromm desarrolla a fondo en su libro El miedo a la libertad"  la sensación de inseguridad, soledad y distanciamento que conlleva la libertad humana y las distintas maneras de escapar de este aislamiento que ha adoptado el hombre a lo largo de la historia. 

Muy distinto el aislamiento de Kafka desarrollado por Safranski como último ejemplo del intento de aproximación a la realidad con sus verdades. Kafka quiere, como el protagonista de El castillo enraizarse en el mundo, comprenderlo, llevar una vida normal. Para él, el acto de escribir es una retirada del mundo pero en cambio su escritura "gira casi siempre en torno al problema de cómo poder hacer un mundo habitable de ese ominoso otro lugar." Dice Kafka: "me ha sido concedido el placer de disfrutar de las relaciones humanas, no así el de vivirlas." 

¿Qué conclusiones saca Safranski de este paseo por las distintas formas de aproximarse a la verdad, con sus peligros y problemáticas? Cuando se va en pos de la verdad, se desea conocer algo que ayude a orientarse en la realidad. Hay que estar preparado para toparse con determinados abismos, y conocerlos ya es un primer paso para no precipitarse en ellos. La verdad segun el autor no es una cualidad de la realidad sino de la relación que establezco con ella. (...) la mayor parte de las veces la relación con la verdad se reduce a MERA FE EN LA VERDAD.  Creemos en la verdad que los especialistas descubren".  Y preferimos la de los especialistas porque si establecemos una verdad nuestra, nos aterra la sospecha de que nos la hayamos inventado. 

El verdadero problema se crea cuando estas verdades trascendentes son propagadas desde el àmbito de la ideología. Cuando la política pretende otorgar trascendencia a las vidas de los ciudadanos más allá de las regulaciones que los son necesarias para convivir, se estan mezclando dos àmbitos de dudosa compatibilidad. Esta política que no ambiciona dar sentido la existencia debería por otro lado respetar -y incluso fomentar a descubrir- en cada individuo su verdad vital. Con las turbulencias y contradicciones que implique vivir una verdad propia, rodeado de otros seres con las suyas. 

lunes, 9 de mayo de 2016



                    LO QUE NO QUISE DECIR


                     SANDOR MARAI



Nadie como Marai para saber captar la envergadura de las cosas en el momento en que estan sucediendo. Los episodios históricos, dice, suelen "pillarnos" sin afeitar y en pijama. El día que Hitler entró en Viena, había muchas cosas que se estaban dando por terminadas. Su misma vida de burgués en Budapest, con sus hábitos de partido de tenis, paseo, escritura de una página diaria de la novela que tuviera en marcha, estaba desapareciendo en ese instante, y Sandor tiene la sensibilidad para captar que algo grande está cambiando. "El escritor y el artista", dice, "son hombres como los demás, y sin embargo, su sistema nervioso es capaz de percibir con más inmediatez y sensibilidad cualquier mínimo cambio en las relaciones existentes entre los seres y el mundo". 


Capítulos inéditos de "Confesiones de un burgués", excluidos por deseo propio del autor, "Lo que no quise decir" es justamente un acercamiento en voz baja, la misma con que narra episodios históricos sin abandonar el tono de confesión, a unos sucesos que marcaron de forma irreversible el destino de Europa. 

El "yo" desde el que narra, era algo en proceso de extinción. La Europa que de alguna forma representaba estaba terminando ese 12 de marzo de 1938. No sonaba música seguramente nos dice "cuando cayó Cartago o cuando Aníbal marchó sobre Roma". Pero el día que Hitler irrumpió en la capital de los Habsburgo sí. Y la sensación del individuo lúcido que captaba la magnitud de lo que estaba sucediendo tras el son de las marchas estridentes fue curiosamente la de verse invadido por un "turbador y confuso sentimiento de vergüenza". 

Y es que "Las entrañas a veces captan cosas que se le escapan a la razón."

En una época como la nuestra resulta muy interesante su visión del nacionalismo "Mientras la humanidad no logre realizar los ideales de una coexistencia social supranacional, creo tener derecho a aferrrar-me a la idea de nación húngara" . Pero no se trataba en abdoluto de un nacionalismo reivindicado desde una pureza racial. Él mismo dice que sólo los necios podrían eludir el hecho de que durante sus mil años de historia el pueblo húngaro se había mezclado con los imigrantes suabos, eslavos y judíos. Buen apunte para un momento en que Europa endurece sus fronteras

Despues de la entrada de Hitler en Viena, hubo todavía un último verano de paz antes de la Segunda Mundial. Era el verano de un mundo que desaparecía, la guerra se vislumbraba sólo como una silueta. "No había guerra, pero lo que había ya no era paz."
En ese momento, lo personal irrumpe como un esterilizador de lo externo. Marai pierde un hijo y la guerra con toda su tragedia ya no es tan dolorosa. Lo peor ha sucedido, y una capa de casi insensiblidad impregna su visión de lo quele rodea.

En la teoria del punto ciego de Javier Cercas planteaba la dicotomía entre el novelista y el periodista. Mientras la novela permite -y de hecho, si es buena debería promover- la ambigüedad en su planteamiento de las grandes cuestiones o incluso en su desenlace y argumento, cuando se habla de hechos ya sea desde un periodico o desde un manual de historia parece que no pueda haber lugar para esta ambivalencia. En un libro como este, situado a medio camino entre un relato fiel a la realidad y la perspecitva íntima e individual de contarlo desde la propia voz, "el punto ciego" se hace a veces evidente en su descripción de seres de carne y hueso que tuvieron su implicación política en los hechos que describe. Un buen ejemplo es el personaje Laszló Bárdossy, Primer Ministro de Hungria que declaró la  guerra a la Unión soviética. Aunque se hace evidente lo que Marai piensa sobre esa decisión, Bárdossy es presentado en toda su complejidad y contradicciones, poniendo de relieve los matices que se esconden detrás de personalidades que acaban determinando el curso de la historia.

Este género híbrido a caballo entre narración de los hechos y la visión subjetiva de los mismos acaba permitiendo abarcar este trozo de la historia de Europa desde una hondura incomparable. Con Marai dan ganas de que nos lo cuente todo, una y otra vez, desde sus ojos.

domingo, 8 de mayo de 2016



"No se puede juzgar el espíritu de un siglo exclusivamente por sus ideas, sus conceptos teóricos, sin tomar en consideración el arte y particularmente la novela. El siglo XIX inventó la locomotora, y Hegel estaba seguro de haber captado el espíritu mismo de la Historia universal. Flaubert descubrió la necedad. Me atrevo a decir que éste es el descubrimiento más importante de un siglo tan orgulloso de su razón científica."
El arte de la novela. Milan Kundera.

domingo, 24 de abril de 2016








LA ABUELA DE LESBOS


Emilia Kamsivi,
con tus ojos a cuestas
cansados de ochenta y cinco inviernos,
escudriñas aún el horizonte,
mirando para poder ver
en medio de la masa de rostros borrados
cuerpos que acercas al tuyo
y a los que dibujas de nuevo los rasgos
con abrazos tuyos y abundantes.

Europa era esto,
y tu hablas de ella en tercera persona, 
como algo lejano y ajeno.
Porque tú sí tienes memoria
y recuerdas la huída en tus miembros
y sabes lo que es el mar,
y el azar, y el viento.
Lo recuerdas todo, 
y lo guardas dentro de cada surco
envuelto y embalsamado como un queso fresco.

Era todo tan sencillo, 
y tan natural... 

Apretas tu dinero, Emilia,
hasta hacer caber un plato para los otros
porque sabes que la extranjera temblorosa
que habla un idioma que no entiendes 
con su niño de pecho que grita por leche
(y el cadaver que flota en el agua,
que no llegó a tiempo para que lo duches,
lo alimentes, lo abraces))
eres también tú. 


Por Sílvia Ardévol



"Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo de continente, una parte de la tierra.; si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia. La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas: doblan por ti."
John Donne