miércoles, 29 de abril de 2015

   

                                                       

Festival MOT, Olot 2015


Libros de Crónicas, Antonio Lobo Antunes

Descubrí a Lobo Antunes por sus crónicas los sábados en Babelia. No había entrado en ninguna de sus novelas y en cambio esperaba con ganas sus relatos sabatinos, llenos de una ternura y un realismo difíciles de conciliar tan armónicamente en un escrito breve. Y ahora por fin lo tenía en frente, en el festival Mot en Olot

Me pasa como a él, que "me gustan las personas modestas porque me conmueven las señales interiores de riqueza." Y por eso mismo me gustaba tenerlo ahí delante, narrando modestamente sus vivencias como si carecieran de relevancia pero atrapándonos como si fueran lo más importante del mundo. 

Él mismo había dicho de sí..."tengo llana la ternura, aunque con nudos." Y así lo vi, desparramado en la silla, lleno de nudos de más de 70 años años, tiernísimo a más no poder. 

 Sonreía como quien ha decidido no oír mucho lo que se cuece, sonreía "como grieta en un muro desconchado." Tenía que hablar de Lisboa, era un festival de ciudades y literatura, y a él Lisboa en sí parecía importarle poco como tema. Hablaba con pausas, pero con la cadencia de soliloquio de los sordos. No, no iba a hablar de Lisboa. Su interlocutor intentaba retomar el hilo hacia la ciudad, y Lobo Antunes seguía a la suya, hablando de la guerra de Angola, de su abuelo, de sus ideas...

Nos hizo reír mucho, pero con la risa melancólica de las cosas desnudadas de súbito. En el fondo había siempre una piedra 
temblorosa: "Tú, duro en el interior de ti, como un puño cerrado que se estremece."

Lobo Antunes me había confirmado ya  un día que hay cosas que nos pertenecen ..."te pertenece esta tarde en Lisboa, puede ser que alguna paloma, alguna estatua,el río." 
Lo he recordado a menudo, paseando, apropiándome de la luz y de las palomas de cualquier lugar. 


Y muchas otras cosas, como saber que no hace falta ser diestro en manejarse a uno mismo para ser hombre.."Cuando las circunstancias me obligan a pensar en mi, encuentro a un hombre tan lerdo con los sentimientos como otros son torpes con las manos".

Alguien que entiende la escritura  como "tocar el piano en las nubes, como los elegantes que van de piedra en piedra para no ensuciarse los pantalones. "

Lobo, Lobo Antunes, el que de mayor quería ser Sandokan y se dedicó a las letras por no saber bailar como Fred Astaire...que placer fue escucharte y reconocerme...

Terminó como si de repente tuviera prisa por marchar. Avancé hacia el escenario con la misma 
timidez y casi miedo que él se había dirigido a sus 5 años hacia el despacho de su abuelo cuando éste lo reclamó, subiendo las escaleras despacio...(" He oído que escribes versos, "- le espetó, ¿no serás maricón?"). Traíamos su Tercer Libro de Crónicas en portugués. 
Cuando nos dirigimos a él se disculpó, apresurado. "¡Es que tengo 
que ir a echar una meadita!" Ser sabio sin solemnidad, ese era el secreto del hombre que me había cautivado con sus trazos de ternura infinita sábado tras sábado al final de la adolescencia. 

"Un buey que labra  palabras", así es el escritor amable que salía disparado hacia el lavabo. El mismo que no quiso estrecharle la mano al primer ministro de Portugal en la feria del libro de Frankfurt y el mismo que decía, ya un poco viejo: "Mi cabeza está llena de 
preguntas. No dudas. No inquietudes. Preguntas. Mi madre solía decirme Cuando seas mayor comprenderás. No debo haber envejecido en absoluto porque no comprendo nada." 

No comprender nada y seguir "cosiendo la vida, lentamente, por el revés del dolor". 

Por Sílvia Ardévol

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