miércoles, 11 de marzo de 2015




                                                       Béla Hamvas

          "La filosofía del vino"


   Este libro menudo contiene todos los elememtos para constituir una verdadera exquisitez: apela a los sentidos, es breve y conciso, y te hace sonreir mientras lo lees. El escritor húngaro cita de Baader, según quien todo pensamiento ha de empezar por los sentidos, y de ahí su arranque con toda una apología de la boca como fuente de experiencia inmediata. Los ojos quizas sean el más abstracto de los sentidos, mientras que la boca engulle lo que desea, como si sólo consiguieramos saber lo que es algo si lo saboreamos, como hacen los bebés y después olvidamos de adultos. Con la boca hablamos, comemos y besamos: en el primero con un movimiento hacia afuera, en el segundo hacia dentro y el maravilloso movimiento en círculo, hacia dentro y hacia fuera que se produce con el beso. 

   El puritano y el cientifista son objeto de su ataque por igual, ambos comparten temperamento y la convicción intransigente de estar en lo correcto. Para ambos los sentidos tienen que ser rechazdos, como fuente de pecado o de falso conocimiento. 

   Hamvas coloca los sentidos provocativamente encima de la mesa, empezando su digresión por los aromas y los aceites. Alguien dijo una vez que el primer hombre que comparó a una mujer con una flor era un poeta; el segundo era un imbécil. Igual podría parecer con el símil del vino. Pero es que aquí el autor se centra en el perfume que emana el cuerpo de una mujer como si ahí estuviera su secreto. Y esa ilimitada riqueza en aceites exuberantes los concentra en sus tres zonas más eloquentes: las comisuras de los labios, la parte interior del muslo y la corva, la parte donde de se dobla la pierna, opuesta a la rodilla. En ésta se entretiene: " aunque parezca una estupidez, para mí es allí, en ese lugar, donde la mujer es más 
mujer. No sé por qué. Pero allí, en los hoyitos de la corva, emanan sus fragancias unos aceites cuya intensidad no tiene parangón". Desde estos rincones de la mujer de donde dice se percibe "el grado y el caracter de su inteligencia erotica" salta a subrallar lo que pretendía: la individualidad de cada vino. Sus aromas particulares le conceden espiritualidad em forma de "súbita llama de alegría que se expande por nuestro interior y nos hechiza."

   Con su descripción de los pueblos productores de vino hace que uno se sienta afortunado de venir de una tierra protegida de la abstracción, por eso dice que los grandes pueblos del vino, los griegos, los dálmatas, españoles, etruscos, italianos, franceses, húngaros...pocas veces tienen lo que se llama ambiciones históricas a nivel mundial. Son lugares idílicos, "llenos de rincones donde uno podría detenerse, sentarse, instalarse y decir "aquí me quedo". 

   La genialidad de su catálogo de procedencias de vinos húngaros no tiene desperdicio: algunos son buenos para escribir cartas, otros para tomar decisiones rápidas, hasta los hay en el llano terapéuticos para las heridas mas sencillas de la vida... 

   Decía que este libro es una exquisitez y me equivocaba. Hamvas dice que beber es mucho mas erótico que comer, y que es el pariente mas cercano del amor. Diré entonces que esta lectura es un sorbo pausado, un beso líquido de altura, que predispone todos los elementos para convertir en un arte sacro la siguiente copa de vino. Placer asegurado. Abstenerse los abstemios. 

Por Sílvia Ardévol

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